Principios eternos del camino místico

• Depuración La purificación nos libera de viejas cargas, karma negativo, conceptos erróneos, toxinas y enfermedades. Cuando estas influencias negativas y bloqueos se disuelven, la energía puede volver a fluir libremente en nuestro interior. Este proceso implica una limpieza a nivel mental, emocional y físico para preparar el recipiente para un trabajo espiritual más elevado.
• Curación Tras la purificación viene la curación, que restablece la armonía y la vitalidad del espíritu, el alma y el cuerpo. Cuando estamos curados, experimentamos paz interior y el orden natural-divino puede desarrollarse en nosotros. La curación no es simplemente la ausencia de enfermedad, sino la presencia positiva de la fuerza vital que fluye sin obstáculos por todos los centros energéticos.
• Perfeccionamiento La transformación alquímica de nuestra naturaleza, en la que pasamos de un estado tosco a otro que se aproxima a las cualidades divinas. A través del refinamiento, cultivamos nobles rasgos de carácter, fortalecemos nuestras virtudes y elevamos nuestra conciencia. Este proceso nos permite acercarnos a Dios y, finalmente, unirnos al Espíritu Divino.
• Maestría El desarrollo natural del potencial humano según las leyes universales. Este desarrollo sigue un camino claro de discípulo a iniciado y a maestro, con hitos y ejercicios específicos en cada etapa. Implica un crecimiento equilibrado del espíritu, el alma y el cuerpo de acuerdo con los elementos, lo que conduce a la armonía con uno mismo, con la Divinidad y con la Creación.
• Autorrealización El proceso de despertar a nuestra verdadera naturaleza divina y desarrollar todo nuestro potencial espiritual. A través de la autorrealización, nos convertimos en creadores conscientes de la realidad, experimentando sabiduría, amor integral, abundancia divina, éxito, auténtica libertad, dicha y una profunda comprensión de la naturaleza humana, la creación y la esencia de Dios.
• Amor divino A medida que los iniciados progresan en el camino, su capacidad para canalizar el Amor Divino aumenta, transformándolos en instrumentos conscientes de este principio cósmico. Esta transformación representa la forma más elevada de autorrealización: convertirse en una encarnación viviente del Amor Divino al servicio de la manifestación de la Edad de Oro.
• Santa Hermandad El reconocimiento de que todas las personas forman una gran familia sostenida por el amor divino que todo lo abarca. El alma inmadura ve diferencias por todas partes en apariencia, cultura e idioma, mientras que el alma madura percibe la gran unidad de todas las personas. Esta comprensión constituye la base del cambio positivo en el mundo y de la fraternidad sagrada dentro de la Orden.
• Servicio Divino A medida que las almas maduran, sirven de forma natural a Dios, a la humanidad y a la creación. Cada miembro sigue su vocación y utiliza sus capacidades individuales para este fin. No se trata de salvar heroicamente al mundo, sino de hacer una contribución significativa dentro de las posibilidades de cada uno: hacer lo que trae alegría y sirve al mundo. Todas las profesiones y habilidades son necesarias, valiosas e importantes.